Sunday, September 21, 2008

Menhires y petroglifos en Queneto, Perú

Queneto, fue descubierto en el año 1935, y constituye sin genero de duda el conjunto de ruinas más antiguas conocidas en la Costa del Perú. Situado a pocos kilómetros de la hacienda Tomabal, en el valle de Virú del departamento de La Libertad, y cerca de los primeros contrafuertes de la cordillera Occidental de los Andes. A escasa distancia de las parcelas cultivadas del valle se hallan tres menhires,situados a unos diez metros de distancia entre ellos, y que han sido tallados en otro lugar y transportados hasta el lugar.

Según algunos investigadores los menhires podrían actuar como catalizadores de energías cósmicas actuando sobre puntos específicos del Planeta y regulando la captación energética. Los menhires de Queneto están situados en recintos rectangulares rodeados de piedras a la manera de Cromlechs, donde posiblemente se efectuasen ceremonias de contacto con otras realidades.



En relación con lo indicado anteriormente es interesante este texto que nos ilustra sobre las lineas Hartmann y la ubicación de dólmenes y menhires, y aunque su validez científica es objeto de muchas controversias, puede ser interesante como texto para meditar sobre un nuevo significado de los monumentos megalíticos.


Se sabe que Menhir proviene del lenguaje celta men que significa piedra e ihr que significa largo. Sería pues una piedra vertical, es decir un monumento megalítico


llamado también Piedra levantada o Piedra parada. Existen en forma abundante en Francia, Inglaterra, España y otros lugares de Europa y el mundo. Muchos tienen diversas creencias acerca de los motivos por los que los antiguos colocaron estas piedras en ciertos lugares, tales como que tenían el poder de


dar fecundidad a las mujeres estériles, que eran lugares de culto supersticioso, que eran monumentos funerarios, que fueron instaladas como límites entre territorios, y también como testigos de acontecimientos; sin embargo para muchos agricultores la divinidad había puesto aquellas piedras para que fueran buenas las tierras y las cosechas.


Hace unos 5,000 - 6,000 años, los chinos descubrieron que el cuerpo humano es la sede de unas corrientes distintas de los influjos nerviosos. En el hombre sano, estas corrientes se equilibran; pero si, por una u otra razón exterior o interior, llegan a desequilibrarse, se instaura la enfermedad y, con ella, uno u otro microbio. Pero, los médicos chinos de aquel tiempo descubrieron también que era posible actuar sobre dichas corrientes puncionando algunos puntos de sus recorridos por medio de agujas de silex (actualmente son metálicas), al objeto de restablecer el equilibrio necesario, o bien crear voluntariamente ciertos efectos. Es la terapéutica china conocida como de acupuntura. Estas corrientes circulan por canales que recorren el cuerpo de manera simétrica y forman redes.


En la Tierra sucede lo mismo, la retí­cula formada por los meridianos y paralelos trasportan energí­a. Lo mismo que el cuerpo humano o animal, la tierra es recorrida por corrientes y cuya naturaleza no se conoce muy bien, pero que ejercen su acción sobre las capas geológicas que atraviesan. Entonces, podríamos pensar que los menhires fueron levantados más o menos altos, según la intensidad de la corriente telúrica, para establecer un equilibrio beneficio. Y así como en la acupuntura, se podría pensar también que la acción de los menhires puede regularizar y hasta neutralizar corrientes capaces de causar perturbaciones físicas en la textura de las tierras o lugares.


En muchos lugares de Europa se ha podido verificar que existen menhires asociados a cursos de aguas subterráneas y a corrimientos de tierras. Ambas situaciones producen corrientes eléctricas y por tal magnéticas, por lo que el menhir cumpliría un papel neutralizante y positivizador.


Algunos investigadores aseguran que la plena comunión de los antiguos con la naturaleza les permitió de algún modo conocer las redes Hartmann, unas lí­neas energéticas que cruzan el subsuelo terrestre de norte a sur y de este a oeste, con unos dos metros de separación. Fueron descubiertas por el cientí­fico alemán que les dio su nombre. Uniendo las líneas llegaremos hasta una retícula de 90º de 2,20 metros por 2,20 metros., llamada RED de HARTMANN. En el interior de las lí­neas Hartmann circulan todo tipo de energías, las que brotan de la tierra y las que ésta recoge.


Los dólmenes "estaban casi siempre colocados en lugares privilegiados, en nudos de corrientes telúricas que pueden ser de muy diverso orden: ya sean corrientes cuyas fuentes profundas nos sean desconocidos, surgidos sin duda del magma central, o bien de otras, más fácilmente determinables, surgidas de capas freáticas subterráneas". Así, mientras el menhir señalaba los lugares en los que las "corrientes fecundantes eran particularmente activas", los dólmenes se situaban "en un lugar donde la corriente telúrica ejerce en el hombre una acción espiritual al situarse en un lugar donde "alienta el espíritu"; recrea la caverna y es en el seno mismo de la tierra, en la habitación dolménica, donde el hombre va a buscar el don terrestre". Los templos serían los sucesores de los dólmenes y cromlechs, como el de Stonehenge. El dolmen tendría una simbología femenina y el menhir masculina.


Particularmente las redes de Hartmann, que son las lí­neas de fuerza de la estructura electromagnéticas terrestre son las al parecer más tienen que ver con los dólmenes y menhires, pues los dólmenes orientan la lí­nea de su eje en dirección Sureste, entre ellos aparece una zona Neutra interior como si de un templo se tratara, la red Hartmann se aparta en las cuatro direcciones y rodea al dolmen como una especie de estuche de protección, es decir la zona del centro, en su interior es Neutra, sin Rayos Hartmann.

El menhir por el contrario atrae la red Hartmann, que se deforma para adaptarse a esa atracción, de manera que la red Hartmann se encuentra concentrada bajo los menhires, tanto en sentido Norte-Sur como Este-Oeste. Por lo tanto los menhires actúan como captadores y emisores de energí­as. Tal vez podamos afirmar que nuestros antepasados conocían y sabían utilizar las fuerzas de la Tierra y la usaban en su provecho, utilizando esas piedras captadoras de energía en beneficio de la agricultura, ya que convertían en más fértil un perí­metro dado”.



Además en la zona y como puede apreciarse en las fotos que se acompañan abundan los petroglifos con representaciones geométricas y figurativas.



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