En nuestro reciente viaje este obelisco de Buenos Aires fue lo más parecido que vimos a un megalito. Como no y como recuerdo esta clásica toma de la Casa Rosada. Nos llamo especialmente la atención el pueblo de Luján y su magnífica ermita.
El hombre salió del pueblo. Hacia ya tiempo que el sol se oculto tras los montes cercanos. Aún, era posible vislumbrar las siluetas de las casas y los huertos circuntantes, ese paisaje cotidiano que era como parte de uno mismo.Sabia que ya nunca volvería. Nunca se vuelve al pasado. Cada instante mudamos la piel y con ella la realidad toda. A lo largo de los años, habia sido infinidad de personas. Siempre latío en su ser la lucha cruel por saber quien era, que fue antes de ser y que podria ser después. Hoy al menos tenia la certidumbre de quien era, quien fue, y quien iba a ser siempre en el futuro.Sonaron tristes las campanas de la iglesia cercana. Con horror percibió los golpes de la tierra sobre la madera. En este instante comenzaba su propia eternidad. Hoy ya era un muerto más, volviendo a su verdadera esencia.
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